jueves, 27 de noviembre de 2008

Saliendo del armario

Es curioso que me haya dado por recordar uno de los capítulos más oscuros para un profesional de nuestro sector como fue zapeando en televisión y descubrir a una tipa que se hacía llamar profesora, para sí, negándose a enseñar a una estudiante! Aquella vez, rebosante de indignación, clamé al cielo entristecido por lo que vi y oí.
Mi cabeza no asimilaba la situación. No lograba entender cómo aquella profesora de baile osaba atentar contra la 'raza' al declarar con firme posición asertiva su cansancio por la alumna; sí, aquella misma que más tarde vencería ante todo pronóstico dicho reallity.
Lo duro para mí fue observar cómo alguna que otra vez me había encotrado ante situaciones similares. Momentos en los que uno se siente desesperado e incapaz ante una mente a la que no logramos llegar. Repetir 4 veces lo mismo, de modo distinto, con dibujitos, si es preciso, con música de comparsa y juegos de luces,... y seguimos sin llegar!
Puede que se nos presione y se nos obligue a que un colaborador conozca el funcionamiento de un CRM en una jornada o dos. Puede que hayamos llevado a cabo un trabajo de titanes para lograr un Manual o Curso, o tan siquiera un triste módulo que lo consiga; Algo que rara vez tendrá su reconocimiento si no es rozandolo a título póstumo.
Ya conozco la sensación de la desesperanza, pero, en pocos años de experiencia, un servidor ya cruzó cierto umbral al que se me antoja llamar la "salida del armario".
Enseñar no debe parecerse a llenar una botella de agua, sino más bien a
ayudar a crecer una flor a su manera.
Noam Chomsky
Concentrado en enseñar el funcionamiento de una aplicación, un catálogo de productos, ciertos servicios, la construcción del genitivo en alemán o el trabajo en equipo, hubo un día en el que me sentí incapaz ante lo que hacía. Por mucho que repetía, por mucho que variara la explicación no lograba que el alumno aprendiese; conclusión: no es apto para el trabajo.
Poco despues conocí la teoría de los tres circulos de influencia, momento en el que me dí cuenta de estar metido en una obstusa oscuridad en cuanto a mi paciencia. Rasgué mis vestiduras y me precipité al exterior encontrandome en un lugar nuevo, amplio y maraviloso, donde la imaginación y la creatividad lograba cuanto se me antojase, desde donde podía llegar al alumno de mil formas distintas.
Fuera de ese armario, mis explicaciones no buscaban enseñar en la forma dada, o la forma adecuada, sino observando, ESCUCHANDO actívamente, EMPATIZANDO y finalmente adaptándome al alumno, creando nuevas formas de llegar a él.
El punto de partida de la Antropología es la superación relativista de un etnocentrísmo espontáneo en todos los seres humanos, es decir, que ese pensamiento natural de que nuestro punto de vista, nuestra sociedad occidentalizada, las culturas "civilizadas", el sistema de familia 'normal',... es mejor o se encuentra sobre el valor de otras culturas debe ser rechazado para volverse un mero observador impersonal y lo más objetivo posible de cuanto investigue. Del mismo modo un educador debe perder ese punto de vista; si no llego al alumno, no es porque el alumno falle, para el trabajo o para el aprendizaje de lenguas, fallamos nosotros en nuestro punto de vista.
Aquel día, frente al televisor, de mi boca sólo salieron unas pocas palabras: -"¡acabas de declarar ante toda España que no eres profesora, lo dejas de ser al darte por vencida!"
El lema de este blog hace incapié en ello: "No hay espíritu, por necio y grosero que sea, incapaz de adquirir las más altas virtudes si se le conduce como es menester", y cierto es que todo se puede aprender en esta vida, el problema radica en ser bien conducidos.
Yo, crucé el umbral, y ya nunca me volví a dar por vencido.